Amar y pertenecer. El «amar» y el «pertenecer», son dos cosas diferentes, pero que pueden combinarse ambas. Fusionándose en una.

DEL AMOR COMO SÍMBOLO
El amor, implica la pertenencia a lo que se ama. Es lo que se ama, lo que lleva al desafío. A la locura del salto en infinito. Y es el infinito donde ya no están ni siquiera, las cascadas.
Amar con locura lo que se hace, es des – amarse hasta mas allá de la finitud. Es cortar las anclas y las cadenas que nos ligan, hasta dejar de ver las regiones de los horizontes que nos dijeron, existen.
DEL HORIZONTE
Dijo alguien por ahí, que el horizonte estaba para que, aprendamos a caminar. A movernos. Y al caminar, nos movemos en el amor hacia la cosa distante, fugitiva. Latente.
Solo se puede pertenecer a algo si uno forma parte de ese algo. La pertenencia implica un nacer-formar parte de algo que en su momento fue un embrión, para convertirse en célula viva.

DEL TRAYECTO
Trayecto, camino, implica moverse. En contra del huso horario a veces. Oriente y Occidente. Todo esto está contenido en el amarse y el pertenecer. Posicionarse en un camino.
«Caminante no hay camino, se hace camino al andar». «Enzology«, entra ahora por una etapa o sendero que se pierde en la luz definitiva. Una brecha en el espacio – tiempo.
Entonces, cuando los motores del avión se enciendan nuevamente, dos gaviotas en el mar, escoltarán el Jet hacia uno de los lados del Atlántico. Rumbo a Argentina.
Las gaviotas comprenderán entonces, que el mar y el aire no les pertenecen. Pero que debieron cederlo por un instante, para que el Jet lleve a otras latitudes, los secretos que encierran el mar y el aire, donde viven.
En lo efímero de nuestra vida, número infinitesimal de un universo, somos.
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